Viaje a la efervescencia parisina de “los locos años veinte”, Picasso, Paul Poiret y las vanguardias

“El París de la Modernidad: 1905-1925″ exhibe en el Petit Palais un recorrido multidisciplinario de un tiempo muy especial de Europa, con tendencias rupturistas del arte y una moda femenina emergente

“La danza Pan-Pan en el Monico» (1910-1911) de Gino Severini

A comienzos del siglo XX, los artistas tenían claro a qué lugar del mundo acudir: París. Fue la era de Pablo Picasso Amedeo Modigliani, de la bailarina Josephine Baker y del joyero Louis Cartier, entre tantos otros. Esa efervescencia creativa protagoniza una titánica muestra en el Petit Palais parisino.

Casi cuatrocientas obras conforman El París de la Modernidad: 1905-1925, un recorrido multidisciplinario entre el nacimiento de las vanguardias y los locos años veinte que reúne desde los primeros vestidos que liberaron a la mujer del corsé, obra del diseñador Paul Poiret, a estudios para Las señoritas de Avignon y fotos de Man Ray, pasando incluso por un aeroplano Deperdussin de 1911.

“La ambición es mostrar que París es a la vez el corazón de la innovación, en aquel momento se la llamaba la ‘ville-monde’ (ciudad-mundo), y hogar de un extraordinario esplendor cultural. Porque a París acuden artistas de todo el mundo y de todas las profesiones y condiciones sociales.”, explica Annick Lemoine, directora del Petit Palais y comisaria general de esta exposición.

Diseños de Paul Poiret de 1908

El París de aquellas dos décadas se abría camino “más rápido, más alto y más fuerte”, recuerda Lemoine, que ninguna otra ciudad del mundo en todos los dominios culturales: el rumbo del arte se discutía en cafés y cabarets, el cubismo revolucionaba la pintura, el ballet escandalizaba y la fotografía y el cine se habrían camino entre las disciplinas tradicionales.

(Marc) Chagall cuenta que en París encontró la luz y que ningún otro sitio tenía esa luz. No era la luz de la atmósfera, era la luz del arte y de las innovaciones. (Ernest) Hemingway habla de la ciudad de la fiesta”, rememora la directora del Petit Palais.

Las señoritas de Avignon (1907) de Pablo Picasso

Las fechas elegidas para delimitar la muestra, que estará abierta entre este 14 de noviembre y el 14 de abril de 2024, no son al azar, sino que evocan el “escándalo” que supuso el Salón de Otoño de 1905, un hito del modernismo que dio a conocer el fauvismo, y la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales Modernas de 1925, clave en la difusión de lo que sería el Art Decó.

En su recorrido cronológico, en el que también aparecen Piet Mondrian, Marcel Duchamp y hasta Charles Chaplin, se asoma también a la influencia que la Primera Guerra Mundial tuvo en aquellos artistas, tanto en los que fueron al frente como en los que se quedaron atrás.

Eso constituye otra particularidad de esta muestra, según Lemoine, ya que se trata de un periodo habitualmente ignorado por las grandes exposiciones, que tienden a centrarse en el periodo anterior o el posterior a la contienda.

Charles Chaplin, influencia central de «los locos años veinte»

Una constelación de artistas y un espíritu de libertad

¿Por qué París fue capaz de alumbrar ese “boom” de creatividad en apenas un par de décadas? La exposición apunta a una confluencia de tres factores diferentes. Por una parte, en la capital gala se dio una confluencia de artistas de todo tipo que, pese a sus muy distintos orígenes, compartían círculos y se influenciaban los unos a los otros, contagiándose del hambre de ruptura en una época de grandes cambios técnicos y sociales.

En segundo lugar, esos artistas encontraron en París los espacios físicos necesarios no solo para encontrarse, como los barrios de Montmartre y Montparnasse, sino también para mostrar y legitimar su trabajo, como el Grand Palais o el Teatro de los Campos Elíseos.

Detalle de “La ciudad de París, la mujer y la torre Eiffel” (1925) de Robert Delaunay

Por último, París ofrecía una mentalidad más abierta y más libre, propicia al vanguardismo, a la liberación de la mujer, a la provocación e incluso al erotismo, con las puertas abiertas a todos. Por ejemplo, la bailarina afroamericana Josephine Baker, cuyos restos hoy descansan en el Panteón de París junto a los grandes de Francia como Víctor Hugo Marie Curie, tenía en Estados Unidos cerradas las puertas de muchos restaurantes y hoteles por su color de piel.

El París de la modernidad la acoge y no solo le da la “oportunidad de ser ella misma”, apunta Lemoine, sino que la convierte en la artista mejor pagada de su escena. El París de la Modernidad: 1905-1925 cierra una trilogía de muestras dedicadas a tres momentos clave de la capital francesa en la historia del arte. Comenzó en 2014 con París 1900, la ciudad del espectáculo y prosiguió en 2019 con un salto atrás en el tiempo en París romántico, 1815-1858, para concluir ahora con este vistazo al comienzo del siglo XX.

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