Más de 100 mujeres fueron víctimas de los crímenes más viles en Israel. Hoy no podemos vivir con una doble moral
En este mismo espacio escribí en enero de 2018 sobre el movimiento #MeToo que venía cocinándose desde octubre de 2017 por acusaciones de abuso sexual contra el productor de cine Harvey Weinstein. La actriz estadounidense Alysa Milano alentó a colegas a compartir sus experiencias de acoso o abuso sexual en redes sociales utilizando el hashtag #MeToo. Rápidamente se hizo viral y se comenzó a crear conciencia global en la sociedad, logrando un impacto significativo en el diálogo público sobre el tema y creando cambios en la forma de abordar, percibir y denunciar el acoso sexual.
En mayo de este año, tuve el gusto de hacer en México un foro llamado Let’s Talk México junto con el UNFPA (Fondo de Población de las Naciones Unidas), y con Natalia Vodianova su embajadora de buena voluntad, en donde varios líderes de opinión de diferentes ámbitos hablaron de esos temas que son difíciles de sacar a la conversación. Desde racismo, abuso sexual, derechos indígenas, igualdad de género, derechos de las personas con capacidades diferentes, derechos sobre tu imagen, bullying y más.
Como mujer ha sido reconfortante saber que gracias a todos los esfuerzos de muchas mujeres de generaciones atrás se han logrado organizaciones sólidas que nos brindan protección, guía y asesoramiento para salvaguardar nuestros derechos. Que estos movimientos nos han dado la visibilidad y validación que necesitábamos para que muchas mujeres rompan el silencio y el estigma que rodea el acoso y el abuso sexual por medio de un empoderamiento que da voz a cada una de nosotras sabiendo que podemos tener un impacto colectivo.
Saber que se ha generado una mayor conciencia y educación sobre la cultura de violencia y desigualdad de género que ha desafiado a las normas culturales y sociales impulsando cambios en la forma en que se percibe y aborda el tema. Y lo más importante es que esto ha llevado a que se generen cambios en las políticas y legislaciones relacionadas al tema, implementando leyes más estrictas y adoptando políticas de cero tolerancia al acoso en las organizaciones.
Todo esto fomentando la solidaridad entre las mujeres de todo el mundo. Marchamos juntas, nos vestimos de morado y gritamos: ¡yo sí te creo!
Hasta que llegó el 7 de octubre de 2023. Ahí todo cambió. Ese día el grupo terrorista Hamas irrumpió en un festival de música y en algunos Kibutz en Israel con instrucciones específicas: violar y denigrar a cualquier mujer israelí que encuentren. Y eso hicieron. Y, por si fuera poco, lo documentaron grabándolo y compartiéndolo en redes sociales. Más de 100 mujeres, Incluidas niñas fueron víctimas de los crímenes más viles e inimaginables.
Repito: todo documentado. Y mi pregunta es: ¿Dónde están todas las organizaciones de derechos humanos que protegen a las mujeres? ¿Dónde están todas las feministas? ¿ONU? ¿UNFPA? ¿Cómo fue en Israel no les creemos? ¿Por qué esa doble moral? ¿Dónde quedó la dignidad de estas mujeres?
Una cosa es la política, otra cosa es la humanidad. Lo que se desató después de ese día es ya una guerra en la cual no voy a entrar en materia en este espacio. No importa a que marchas vayas, si eres pro-Palestina, pro-Israel, la violación no debería ser usada como un acto de guerra.
Mi querido lector, este no es un espacio político. Caprichos Millonarios es un espacio en donde hablo de temas sociales, de actualidad, y no puedo dejar de abordar este tema. Hoy no podemos vivir con una doble moral, que aplica para unos y no para otros. No tengamos una moral selectiva.