Las consecuencias de respirar un aire tóxico son graves, pueden provocar enfermedades cardiovasculares, el asma, cáncer de pulmón, entre otras
La contaminación atmosférica se ha convertido en una de las mayores amenazas para la salud pública a nivel mundial. Un reciente estudio ha arrojado luz sobre la alarmante realidad: la inhalación de emisiones nocivas, principalmente provenientes de combustibles fósiles, está causando millones de muertes cada año. El análisis apunta a que el uso extensivo de combustibles fósiles como el gas y el carbón es el principal culpable.
Según el estudio, dirigido por expertos de talla mundial como Andy Haines de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, estos combustibles, empleados en la generación de energía, el transporte y procesos industriales como la siderurgia, han contribuido a un aumento escalofriante de 5.13 millones de muertes adicionales anualmente en todo el planeta.
¿Por qué es tan mortal la contaminación?
Este dato no solo es alarmante por su magnitud, sino también por el hecho de que la mayor incidencia se reporta en países como China e India, donde la transición hacia energías limpias aún es lenta. Las consecuencias de respirar un aire tóxico van más allá de lo que muchos podrían imaginar. Las enfermedades cardiovasculares, el asma y el cáncer de pulmón son solo la punta del iceberg.
La exposición a contaminantes como el ozono y las partículas PM2.5, estas últimas invisibles al ojo humano pero mortales, está desencadenando una variedad de afecciones, incluyendo problemas cardíacos y respiratorios, así como trastornos neurodegenerativos y síntomas depresivos.
¿Se puede hacer algo para evitar las muertes por contaminación?
Frente a este panorama sombrío, surge una luz de esperanza. Muchos expertos sostienen que el camino es la transición hacia fuentes de energía renovable, como la solar y la eólica, que se presentan como una solución viable y urgente. Esta situación no solo representa un desafío para los países con altas tasas de mortalidad, sino para el mundo entero.
Los investigadores han utilizado modelos informáticos avanzados, integrando datos de la NASA y el estudio Global Burden of Disease 2019, para evaluar el impacto global. El resultado es claro: en 2019, 8.34 millones de muertes a nivel mundial se atribuyen a la contaminación del aire, de las cuales el 61% estaban relacionadas con los combustibles fósiles.
El estudio también explora diversos escenarios futuros y el impacto potencial de políticas que promuevan la eliminación de los combustibles fósiles. Los resultados son concluyentes: la adopción de energías limpias y renovables podría evitar hasta 3.85 millones de muertes anuales, especialmente en Asia. Sin embargo, el cambio no es solo cuestión de política energética, sino también de conciencia global.